La idea de que el rendimiento escolar va relacionado solamente con las horas de estudio invertidas ha quedado atrás. Para un buen rendimiento escolar se ha de trabajar de forma integral diferentes ámbitos aumentando la calidad del estudio y el rendimiento escolar:
- Gestión del tiempo y espacio. Planificación. Técnicas de estudio. Aprender técnicas de estudio da seguridad y motiva. Saber hacer resúmenes, entender los enunciados y contenidos y tener la información accesible facilita el estudio reduciendo el esfuerzo y aumentando los resultados y la motivación.
- Iniciativa, motivación. Refuerzo positivo. Es clave que el alumno/a esté motivado y vea la utilidad de lo que estudia. Crear metas realistas, a corto y largo plazo para evitar que se agobie por el volumen de la demanda y se frustre antes de comenzar. Se ha de reforzar cada logro que realiza así estará más motivado para dar un paso más (que mejore la nota, las presentaciones, que entienda los contenidos, etc.)
-Inteligencia emocional. Trabajar la autoconfianza, autoestima y empatía.
Detrás de una conducta oposicionista o de desinterés muchas veces hay miedo y un bajo concepto de uno mismo creado a menudo por las etiquetas de “mal estudiante”. También es importante trabajar la empatía, que sea capaz de gestionar sus necesidades y reconocer las del otro. Favoreciendo el compañerismo, el trabajo en equipo, la identidad de grupo y el compromiso.
-Gestión de las emociones:
Cómo abordar el estrés antes de los exámenes. Manejo de la impulsividad. Técnicas de relajación. Mindfulness.
Hacer ejercicio, alimentación equilibrada evitando comidas copiosas si ha de estudiar después, dormir 7/8 horas, son hábitos saludables que potencian el rendimiento.
Detectar la ansiedad y en qué momentos se produce, qué situaciones concretas las provocan es el primer paso para gestionarla. Hemos de trabajar a nivel fisiológico, pero también cognitivo detectando las ideas irracionales que provocan distorsiones cognitivas limitantes. Y por último es importante trabajar la parte conductual, risas nerviosas, tartamudeo, pérdida de apetito o apetito voraz, etc…
Las técnicas de relajación ayudan a manejar el estrés, y el Mindfulness reporta mejoras en la memoria, la capacidad de concentración, la autoconciencia.
Resolución de conflictos. Mejora de las habilidades sociales y comunicativas.
Una buena comunicación se trabaja potenciando a su vez la confianza y autoestima en uno mismo, ser capaz de exponer puntos de vista o proyectos de clase. Los conflictos se convierten en una experiencia positiva que ayudan a madurar y al aprendizaje.
-Espacio para familiares. Puntos de encuentro donde los familiares pueden exponer sus dudas y recibir asesoramiento.
Espacios donde recibir asesoramiento sobre límites, relaciones familiares y educación emocional. Favorecer la comunicación en casa, crear un entorno facilitador, y conseguir un espacio seguro en el cuál los hijos/as puedan expresar sus emociones y necesidades. Unos padres involucrados son un factor muy importante.
-Reeducaciones. Contenidos y técnicas de estudio adaptadas a las necesidades específicas de determinados trastornos del aprendizaje (Dislexia, TDAH, etc.)
-Terapias y Educación Asistidas con Animales. Depende del colectivo se establecen unos objetivos a trabajar y se pueden obtener beneficios a nivel cognitivo, físico y motor, fisiológico, social y emocional a través de:
Talleres educativos, de refuerzo escolar, de lectura, nutrición, Actividades de la Vida Diaria, etc. Aumentando la autoestima, confianza y sus habilidades sociales.
-El juego y las dinámicas en grupo.
Por último quisiera citar un recurso importantísimo en el desarrollo del menor y joven. El juego es una valiosa herramienta de adquisición de conocimiento, aprendizaje y mejora de nuestras habilidades motoras y sociales. También es importante en intervención terapéutica y socioeducativa.
Verónica Navarro